Presentado por: ADRIANA GODOY USUGA
Seminario Final de Comunicación Social y periodismo
LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO
Cultura no es sólo la suma de diversas actividades, sino un estilo de
vida”, una manera de ser en la que las formas
importan tanto como el contenido. Esto es una definición que el autor hace de cultura
completamente acertado por que se acopla perfecto al contexto actual, en el
desarrollo del libro nos demuestra certeramente como en la actualidad la
cultura de hoy se redujo a las formas.
La esencia de la civilización del espectáculo se basa en lo trivial, lo
banal y vacío; el afán de escapar de la rutina nos condena a convertir nuestra
vida en todo un show, que tiene como único fin la diversión y el entretenimiento.
Por lo cual no es extraño en estos días que ya no gocemos de un buen libro, de
buena música u obras de teatro, ni mucho menos de los grandes deportes, ahora
casi todo es fútbol. Este deporte acapara toda nuestra atención y nos despierta
grandes pasiones; yo soy feliz viendo un partido y vibro cuando juega la
selección, incluso también me enojo
cuando mi equipo pierde, pero pienso que si entorno a un equipo se pueden
movilizar grandes masas es necesario unirse para otras causas que cobran vidas
y muchas más lágrimas de las que se pueden derramar en un estadio.
El mundo actual tiene otras dinámicas que necesitan urgente atención,
no precisamente el mundial, si bien es cierto que el deporte hace parte del
conglomerado que es la cultura, para el basto mundo es sólo una escasa porción
de lo que realmente importa. Por lo cual no deja de parecerme paradójico como
fácilmente nos ponemos de acuerdo por una camiseta, y no hacemos igual con
otras causas que hacen parte esencial de nuestra sociedad.
Como sería si apoyáramos con el mismo fervor a otros sectores que
sobresalen porque tienen el valor y el coraje de pelear por los derechos que
les están siendo vulnerados, nada más que lo justo. Pero en el mundo al revés
en el que vivimos importa más sin un balón entra en un arco, que sí un
campesino que labra la tierra para proveernos los alimentos básicos cansado de
los atropellos de nuestros gobernantes
pide reivindicación de sus derechos.
Los cambios que se dieron en Europa del siglo XX alentaron un espíritu
liberal que si bien nos libro de muchos perjuicios insanos también nos doto de
un superficialismo nefasto, que nos ha hecho olvidar la verdadera esencia de la
vida. Un ejemplo y quizás el que más
llamo mi atención por que nunca me había tomado el tiempo necesario para
reflexionar acerca de ello es el consignado en el capítulo IV: La desaparición
del erotismo, tema que Vargas Llosa aborda desde una manera muy interesante no
sólo por los jocosos ejemplos de las clases de educación sexual en España y la
relación tan interesante del erotismo con las obras de arte, sino por que nos
muestra una realidad asombrante que esta pasando ante nuestros ojos y esta
desvalorizando por completo el mundo sexual de los seres humanos.
Afirma el autor “Hacer el amor en nuestros días, en el mundo
occidental, está mucho más cerca de la pornografía que del erotismo y,
paradójicamente, ello ha resultado como una deriva degradada y perversa de la
libertad.”, concepto que comparto de manera absoluta, el romanticismo de
antaño y la magia de seducir al otro se ha perdido con el tiempo, ahora
pensamos un acto tan humano de una manera tan instintiva que la línea que
diferencia a la especie humana de la animal cada vez hace muy delgada.
En el mundo actual es relevante en su mayoría sólo lo que a la vista se
puede ver y lo que de milagro nuestra pereza intelectual nos permite captar,
matando con ello las emociones y sensaciones de la vida que están más allá de
lo que nos muestran los medios o lo que vemos llevados por las tendencias; en
pleno siglo XXI debería haber un avance significativo de la sociedad que mejore
lo logrado por las anteriores civilizaciones, pero estamos en un retroceso que
como bien lo titula Vargas Llosa es la “Civilización del espectáculo”.
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